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Diferencias entre la cirugía estética y cirugía plástica

La cirugía plástica es una especialidad de la medicina dirigida a la corrección de partes anormales y o partes deformes sean de nacimiento o advenidas por diferentes razones, entre las que se cuentan las que se originan en padecimientos de salud y las originadas en accidentes.
Por medio de intervenciones quirúrgicas se rehacen las partes deformes y se recuperan funciones usando variadas técnicas: implantaciones, reubicación de tejidos, etc.
Pese a que la división no es siempre sostenible, normalmente la cirugía plástica se diferencia en dos ramas: cirugía reparadora o reconstructiva, para corregir deformidades funcionales, y la cirugía estética, que se especializa en mejorar el aspecto estético de las personas.

¿Qué se persigue con las intervenciones plásticas y estéticas?

La cirugía plástica apunta a recuperar o permitir la funcionalidad de un miembro defectuoso del cuerpo, prestando atención asimismo al aspecto estético, a lograr que la imagen de la persona sea lo más normal posible.
Y es que el aspecto corporal es muy importante en nuestra sociedad, como ha pasado en todas. De modo que aun las intervenciones puramente estéticas, como puede ser una rinoplastia con motivo de una nariz ganchuda y muy grande, asimismo se dirigen a restaurar la salud, en este caso, psíquica.
Es necesario considerar que la salud es una complicada relación entre lo físico y lo psíquico. Y si bien existen aplicaciones extremistas y exageradas de la medicina estética (e incluso problemas psicológicos asociados, como enfermedad dismórfica), no hay que apurarse a considerar la búsqueda de belleza en sí misma como frivolidad. El logro de una imagen corporal que favorezca la estima de sí en muchos casos también puede ser una cuestión de salud.

Cuáles fueron las primeras cirugias plasticas / cirugias esteticas

La Antigüedad

Gracias a un papiro hallado por E. Smith (de aprox. tres mil años antes de Cristo) se conoce que ya en Egipto hacían intervenciones reparadoras de la nariz.
Un documento muy posterior de la India, de 500 antes de Cristo, describe el método para hacer reconstrucción de la nariz (que hoy conocemos como Colgajo de la India); en esa época era muy frecuente que se mutilara la nariz a ladrones y traidores.
También en Grecia y Roma continuó desarrollándose la ciencia, habiendo constancia de que se reconstruía frente, orejas, mejillas, nariz y cejas.

La Edad Media y Renacimiento

Uno de los operados más conocidos en esos remotos años es el emperador bizantino Justiniano II, apodado Rinometos, o “Nariz cortada”, dado que le habían seccionado su nariz en una batalla. Pero no se sabe el nombre del cirujano.
Ya en el Medioevo, la cirugía plástica paró su desarrollo por orden del Papa Inocencio III y allí quedó casi igual hasta el Renacimiento, cuando en el siglo XV Sabunciglu describió por primera vez la ginecomastia y cien años más tarde, Gasparo Tagliacozzi, quien se considera uno de los padres de la cirugía plástica.

La cirugía plástica en la Edad Moderna

A finales del siglo XIX comienza a nacer la práctica tal cual la conocemos y así en mil ochocientos treinta y seis sale el primer Tratado general de Cirugía Plástica, escrito por Philippe-Frédéric Blandin. En la última porción del siglo, muchos métodos se hicieron posibles gracias al germano J. Joseph, quien no obstante a grandes oposiciones empezó a hacer cirugías de orejas en asa y de nariz. Se conoce que practicó más de 40 rinoplastias exitosas.

Las dos grandes guerras

La enorme cantidad de soldados mutilados que dejó la primera guerra mundial, con caras y cuerpos desfigurados, forzó un avance colosal en la especialidad para tratar de mejorar la situación. Fue en los centros que se especializaban en reconstrucción que aparecieron personas como Morestin, Gillies y Kazangian, quienes desarrollaron técnicas e instrumental que aún hoy se usan, entre los que se cuenta el famoso método de transplante de tejidos de Gillies.
La 2da Guerra Mundial asimismo trajo desafíos en este sentido.

La actualidad

En la segunda mitad del siglo veinte la motivación estética empezó a tomar más fuerzas, ello posibilitado por los rapidísimos desarrollos técnicos y la aparición de nuevos materiales, como la silicona, que empezó a usarse en los años 60.

La lipoescultura fue empezada en Francia por Y. G. Illouz en 1977.

Hoy, las intervenciones estéticas son muy comunes y ya no son privilegio de mujeres con un poder económico alto, sino que alcanzan a todos. Incluso, en muchos casos los seguros médicos las aceptan y los hospitales públicos las realizan en forma gratuita.
Nuestro país se encuentra entre los 20 países del mundo con mayor número de intervenciones estéticas en relación con al número de habitantes.

Razones del auge a finales del siglo veinte

Si la búsqueda de la belleza siempre estuvo presente en la humanidad, desde sus orígenes, el gran desarrollo científico y de la técnica del siglo veinte hizo factible que la cirugía estética se transformara en algo común y que más seres humanos pudieran gozar de los beneficios, siempre tendiendo a lograr un equilibrio, una convivencia armónica entre lo físico y lo psíquico.

Así, actualmente con frecuencia se realizan distintas intervenciones para mejorar el aspecto corporal.
Entre las más típicas pueden citarse la cirugía abdominal (para reducir el sobrante de piel y la debilidad de los múculos en el abdomen), el incremento de glúteos (por prótesis o por autotransferencia de lípidos), el aumento de mamas por implantes, la pexia de mamas y la reducción, el lifting en diversas partes del cuerpo, la lipoaspiración, blefaroplastia, rinoplastia, de mentón, entre muchas otras.
Arribada ya a un desarrollo impensable hace doscientos años, tal vez el desafío actual para la cirugía plástica sea conservar a pesar de la masificación su fin primitivo, que es incrementar la calidad de vida de las personas.